Articles Paco Martínez

¿Cómo se podría calificar el reinado del rey Juan Carlos I?

El emérito no es una vergüenza solo para su familia o para los sucesivos gobiernos españoles. No se adscribe la vergüenza tan solo a su comportamiento poco respetuoso con el símbolo del Estado al que representa, como dice la constitución. La vergüenza es para un país entero, para un par de generaciones, para periodistas, juristas elementos de control del Estado que durante años han mirado para otro lado, e incluso le han alabado su actitud.

El fracaso de la transición ha revelado el truco, se ha levantado el velo de gloria que lo cubría y ahora no hay magia, no hay épica, el país pasó de la dictadura a la democracia sin revisión histórica. Porque era el camino más corto y porque perpetuaba el régimen de poder y ladrocinio bajo el silencio activo de los beneficiados, el actual Deep State.

Nos han robado hasta la esperanza del cambio y los acólitos de la payasada borbónica ahora quieren salvar al hijo, para que de aquí a 30 años nos vuelva a caer la cara de vergüenza, por no haberlo parado  a tiempo  y haber hecho limpieza de este gran engaño que fue la mal lograda transición, y la imposición a escondidas, en la sacrosanta Constitución de la monarquía Borbónica, cuando los que no pretendían era hacer cambios, sospechaban que  en caso de refrendarlo, saldría la petición por parte del pueblo de la devolución de la República, Hablando del guion nuestra transición me recuerda la gran película de Luchino Visconti, el Gato Pardo, donde el dueño absoluto de la isla de Lampedusa, extrañado de que su hijo este luchando con Garibaldi, le pregunta, ¿qué estaba haciendo el al lado de un revolucionario?, el hijo le contesta, no te engañes padre “tendremos que cambiar algo para que no cambie nada”.

Vergüenza supone… Que cuatro expresidentes del Reino de España, el jefe de la diplomacia de la Unión Europea (Josep Borrell), cuatro exsecretarios generales de UGT y CCOO hayan escrito en defensa de un exministro de Franco y ministro del interior de mediados de los 70, habiendo sobre él una orden de captura internacional por crímenes contra la humanidad, cometidos durante la masacre del 3 de marzo del 1976 en Vitoria.

Lo único que se me ocurre pensar ante esta situación es que si, la flor y nata de las autoridades del periodo más largo de la transición, se sienten tan orgullosos de torturadores como Billy el Niño (Gonzales Pacheco)  para concederle medallas y de perseguidos por crímenes contra la humanidad durante la dictadura o la transición, como Martin Villa y como para mantener cunetas con cadáveres por desenterrar (el segundo país en el mundo después de Camboya), estas autoridades fueron un engaño al ser elegidas electoralmente por sufragio universal. No eran las adecuadas: “Las que de verdad lucharon en la clandestinidad por la verdadera democracia”. Pues si ellos hubiesen padecido dichos sufrimientos por las pérdidas humanas y las torturas en sus propias personas, familiares y amigos, en la larga lucha por la democracia, les harían reaccionar de otra forma, como mínimo, para que el poder judicial, averiguara qué parte de culpabilidad tenían en esa terrible represión, que tanto dolor causó. Simplemente trabajando desde el ejecutivo y a través del legislativo, para que una justicia renovada y democratizada, con unas leyes adaptadas a la situación, se hiciera justicia, sin interferencias y respetando la separación de poderes.

Es por lo que pienso que la transición no fue hecha por los verdaderos demócratas, fue hecha por unos actores bien pagados, que con un guion bien aprendido y dirigidos por los propios posfranquistas, representaron y siguen representando durante muchos años, la gran comedia del engaño de nuestra famosa “transición”, blindada por una Constitución que ha resultado un corse en la mayoría de los casos que se ha pretendido avanzar en la modernización de un país más europeo.

Ante esta situación y viendo la actitud que toma el pueblo español, que, ante semejantes tropelías, nadie pone el grito al cielo, incluso después de años de retroceso en la política progresista en España, se observa en los últimos resultados de elecciones municipales, una futura victoria de la extrema derecha y la derecha extrema. Viendo que todo esto es lo único que nos puede ofrecer el Reino de España. Los catalanes, más que nunca, necesitamos estar unidos y ser persistentes en el único objetivo que nos puede sacar de esta podredumbre, de este Estado en bancarrota, moral, económica y social.  Crear nuestro propio Estado, que por difícil que nos suponga y mucha incomprensión que tengamos, nuestras generaciones venideras disfrutaran de los sacrificios que tengamos que hacer ahora para lograrlo. Que, los catalanes, viendo hacia donde nos llevaba este desastre de nación llamada “Reino de España”, no nos avergüence dentro de treinta años por falta de unidad, no haber logrado crear nuestra propia República y seguir dependientes del hijo salvador, Felipe VI, heredero de Juan Carlos I, impuesto por el rebelde general golpista, dictador, Francisco Franco, para volver a colocar España como una monarquía Europea colándola engañosamente en la Constitución del 78 después de la muerte del mismo, en vez de Someterla a un referéndum.

Caso único: Podemos destacar que en ninguna nación del mundo moderno, democrático, que yo sepa, se ha dado el caso, que el padre gobernante escape cargado de dinero y deje al hijo gobernando con toda la tranquilidad, ni siquiera en las repúblicas bananeras.

“Vergüenza: España sigue siendo diferente, como pregonaba Fraga hace tiempo, no cambia ni cambiara”, son como les gusta ser, por los siglos de los siglos…

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