Si Catalunya se separa de España, esta podrá crear un modelo territorial que se adapte a su realidad
El modelo de estado de las autonomías español (el llamado café para todos), no se puede entender sin la reivindicación catalana y del resto de comunidades históricas. A excepción del modelo vasco y navarro con su Pacto Fiscal con el Estado, el resto de las autonomías fueron adaptando sus competencias y sus Estatutos al impulso que fueron marcando los avances de Catalunya. Ésto ha sido así, hasta llegar a reflejarse en otros estatutos autonómicos con copias textuales del estatuto catalán, que habían sido anulados por el constitucional, porque según su criterio eran inconstitucionales. Curioso que los copiados de los otros no lo hayan sido.
Estos hechos han construido un modelo de estado de las autonomías basado en la pugna con Catalunya, que presionaba para conseguir más competencias y con un gobierno español que cedía, pero teniendo el control final. Al mismo tiempo, el resto de las autonomías intentaban conseguir cada una de las competencias que se fueran cediendo a Cataluña. Generándose un modelo con numerosos problemas, un modelo improvisado, que responde a dos visiones totalmente distintas, la de la mayoría de los catalanes que en aquellos momentos se sentían próximos a un estado federal, y la del resto de comunidades que buscaba una descentralización administrativa, pero sin ir más allá.
Se ha demostrado que el actual modelo no sirve a los intereses de todos los catalanes independentista e dependentistas, pero también se ha demostrado que tampoco sirve para las actuales autonomías, que genera incentivos perversos, barones con redes clientelares en los grandes partidos, pugnas de poder que no aportan valor, grandes gastos al mantener tanto gobierno y tanto político autonómico. Por todo ello, España se merece un modelo de descentralización que no esté distorsionado por la relación entre Catalunya – España.
La independencia de Catalunya es la oportunidad que una mayoría desea para Catalunya de construir su república y también para España, que tendrá la oportunidad de construir un modelo descentralizado que responda mejor a la realidad social, económica y política (se presentaría ante Europa con un modelo económico más acorde con sus ingresos, menos derrochador y más comprensible políticamente).