ESPAÑA NO CAMBIA A PESAR DE LOS SIGLOS

Paco Martínez, Grupo de trabajo de la Sectorial de Jubilats de la ANC y miembro de Súmate.

Yo vine a Catalunya a finales de los 40 tenía 6 años, mi padre venía destinado a trabajar en una empresa estatal, estuve viviendo cerca de la plaza Sanllehy, donde pude vivir todo el proceso de construcción de barracas que sufrió la zona del Carmel

A partir de los años 40, 50, 60 más de dos millones de personas, perdedores de una guerra que yo llamo incivil!, por culpa de la miseria producida por la gestión de la victoria franquista, entregando las tierras a los terratenientes aun que las dejaran yermas en venganza a sus peones, fueron obligados a emigrar  donde con el esfuerzo de su trabajo pudieran sacar adelante a toda su familia, llegando en busca de trabajo a Catalunya procedentes de toda España, en su mayoría de Andalucía.

Aquellos años que yo recuerdo duros, grises bajo la represión de las fuerzas del desorden, corruptas hasta la médula, violentos, con permiso para todo, fueron terribles para los que estábamos aquí, pero de sufrimiento y pobreza para los que venían de fuera.

No había viviendas suficientes y las pocas que podía haber no estaban al alcance de sus posibilidades.

Tuvieron que construir barracas en los descampados de las afueras de la ciudad, bajo la vigilancia represiva de la guardia municipal, comandada por el coronel franquista, Eduardo Fernández Ortega, tristemente recordado por los de aquella época. Padre de nuestro también celebre y seguramente también tristemente recordado ministro del interior del reino de Borbonia, Jorge Fernández Díaz, de tal palo tal astilla.

Hablando de Andalucía.

Estoy recordando la poesía de Miguel Hernández.

Andaluces de Jaén aceituneros altivos, kilómetros y kilómetros de olivos y dice la poesía ¿de quién son esos olivos? De una o dos personas, por lo tanto, el beneficio también es para ellos.

Pues hay que recordar que el 50% del terreno fértil de Andalucía está desde hace 500 años en manos de 12 familias castellanas que viven en los barrios ricos de Salamanca de Madrid, por eso digo que España no cambia

En esos cientos de kilómetros cuadrados existen pueblos donde nace población, esa población que solo tiene trabajo una o dos veces al año se ve obligada a emigrar, porque Andalucía tiene mucha mano de obra y muy pocos emprendedores que estén dispuestos a jugarse su capital en empresas propias, pero se les llena la boca cuando hablan de gobierno  liberal, entienden por liberal que les dejen hacer  a ellos lo que les dé la gana y cobrar la mayoría de subvenciones que llegan de Europa para la agricultura, sin querer exponerse a jugarse el capital en tratar de sacar un valor añadido a los productos del campo, como por ejemplo, el aceite de la aceituna, fábricas de zumos para la fruta, fábricas textiles, pues Andalucía recolecta el 95% de todo el algodón que se recolecta en España.

Podría tener toda una industria de complementos, latas, cristal, tapones, plásticos, embalajes, mantenimiento de las propias fábricas, etc. Pero no tienen ninguna industria de transformación ¿Por qué a nadie le preocupa trasformar ni industrializar esa tierra?  Cuando podría ser el vergel de Europa.

El PSOE que deberían haberlo solucionado, con una reforma agraria después de más de 30 años de gobernar, por cobardía ante la reacción de la derecha, no lo hizo, y busco la solución más cómoda y menos comprometida la que da la posibilidad de voto cautivo, ha sido la de la subvención, el PER que hace que la gente se acomode en esa situación sin esperanza de mejorar, el PER sin proyecto, solo crea personas dependientes y depresivas, la solidaridad mal entendida y sin punto final solo es caridad.

Recuerdo hace décadas cuando no existía el PER los autocares de gentes, extremeños y Andaluces que venían con contrato de 6 meses a trabajar a la Costa Brava, venían a otro mundo, otras oportunidades, algunos o algunas se casaban o juntaban con personas autóctonas, y creaban sus familias, ahora prefieren quedarse con el PER, no se arriesgan a nada, y sus puestos los ocupan extranjeros.

La zona de Jaén, la mayor recolectora de aceitunas del mundo y no tiene una fábrica multinacional para producir el valor añadido que supondría el aceite de oliva, a los señoritos propietarios de los olivos, les parece menos complicado vender la aceituna en el árbol a Italia y que ellos fabriquen el aceite y lo vendan por todo el mundo, poniendo en la etiqueta “con sabor español”

¿Será porque a los políticos les conviene que ese pueblo no pueda defenderse con su trabajo autónomo y es más conveniente que dependa del peonaje de su señor? En mi opinión, hace tiempo que se ha llegado a la conclusión de que en esas circunstancias no es conveniente hacer una reforma agraria, que devolvería la dignidad del trabajo en el campo (treinta y siete años de gobierno socialista). Ni interesa industrializar un país que crearía una clase trabajadora más difícil de manejar, políticamente siempre resulta más rentable el PER país subvencionado país obediente.

Recordemos a Machado.

Españolito que vienes al mundo te guarde Dios una de las dos Españas ha de helarte en corazón.

Mi problema es como podéis ver, que las dos Españas me han helado el Corazón.

Por todo ello hace tiempo que renuncie a arreglar España y con todas las fuerzas de mi corazón, cambie la dependencia con España y mi militancia con el PSC a abrazar la independencia

Qué culpa tiene Cataluña si no han querido o sabido hacer la España plural, Los intentos de Catalunya de cambiar España siempre han fracasado y el problema siempre ha sido que los españoles no quieren cambias, lo han demostrado en todas las ocasiones, a nosotros los catalanes nadie puede acusarnos de no haberlo intentado, por la derecha y por la izquierda, nosotros siempre hemos querido encajar, pero después de muchos años hemos renunciado, creo que no se nos puede exigir más.

Estoy convencido de que esa solidaridad que siempre hemos tenido los catalanes nunca ha ido a mejorar esa situación en la que viven esos peones andaluces, pues existe el mismo paro que el que tenían al principio de la transición, lo que demuestra que la solidaridad siempre ha ido a los bolsillos de los dueños de los olivos.

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